La lista de los pecados
Autor: Francisco Bascuñán Walker | Fecha: 2014-10-04 | ID: 694 | Categoría: Alma | Tema: Valores | Tipo: Testimonios
Crecí en una familia con padres que siempre me enfrentaron a mí mismo. Recuerdo un día que jugaba en la calle, me imagino que no tenía más de 5 años porque no iba al colegio, y mis amigos, que tenían la misma edad que yo, planeaban salir de la calle y llegar más allá que la esquina. Algunos fueron y consultaron con su mamá. A casi todos los dejaban ir hasta “Simón Bolívar”. Fui donde mi mamá y le pregunté hasta donde podía ir? Ella me contesto “hasta donde se sienta capaz”. Plop!!!. Esa respuesta transfirió la responsabilidad de mi cuidado a mí mismo. Fue difícil enfrentarlo, pero no salí de la cuadra por mucho tiempo.
Desde ese entonces, siempre fue lo mismo. No habían respuestas absolutas, la libertad de mi actuar dependía de mí y de mi conciencia. No existía una lista de pecados. Mi dialogo interno estaba en constante actividad, observando y presente.
Al crecer me encontré de frente con otra realidad. Pecados numerados y descritos eximieron a mi conciencia de todos aquellos que no estaban en la lista. Los mortales, los veniales, los no sé qué… si estaban en la lista eran punitivos, si no, no importaba nada. Mi conciencia comenzó a callar frente a una prueba tan contundente.
Luego, más tarde, otra lista de lo prohibido o permitido. Ideas políticas, ideas culturales aceptables… la normalidad de lo que es “correcto”. De adolecente todo comenzó a ser catalogado como correcto o incorrecto. Pero nada de esto sucedió de acuerdo a mis propias experiencias sino más bien como producto de una corriente social o cultural.
Los dogmas religiosos, políticos, sociales y hasta deportivos que nos impiden usar nuestra conciencia son parte del paradigma cultural que impone sus estructuras para que nada cambie, para que nadie piense. Pensar diferente te sitúa de inmediato como un adversario.
Si de alguna manera las ideas cambian y se alejan de la estructura imperante inmediatamente hablamos de “la decadencia valórica”.
Y los valores en los cuales fuimos educados ya de por si son débiles y contradictorios. Por ejemplo, “no matar”, sin embargo si matamos a nuestros animales, si podemos matar en un caso de defensa, si podemos matar en una guerra… etc. La lista pasa del pecado al delito y luego a la impunidad con un montón de adendums y aclaratorias.
La verdad es que los valores son valiosos en una conciencia que los cuide y no tienen valor en un autómata social que cumple con la lista sin pecar ni delinquir.
Me parece que cuando hablamos de decadencia cultural, solo hablamos de personas que no leyeron la lista, sin embargo la verdadera decadencia cultural comienza cuando dejamos de escuchar nuestra propia conciencia y actuamos como si fuéramos los cuidadores de un patrimonio valórico vacío, ajeno y jamás cuestionado.
Francisco Bascuñán Walker
Noviembre 2014