Haciendo camino

Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2014-10-06 | ID: 689 | Categoría: Alma | Tema: Valores | Tipo: Testimonios

Óleo caminoRecuerdo que a mediados del siglo XX, cuando era joven, y con algún amigo llegábamos a un acuerdo sobre cierto compromiso, nos dábamos la mano en señal de que íbamos a hacer respetar nuestra palabra que acabábamos de empeñar. Cuando releo esta frase que acabo de escribir ¡me encuentro tan viejo! El valor de nuestra palabra era sagrado. Hace poco días atrás, principio del siglo XXI, llegamos a un acuerdo con el ejecutivo de un banco para realizar una cierta transacción, acto seguido me entregó un mamotreto de hojas, donde en la primera se especificaba lo acordado y en las doce siguientes se acondicionaba lo anterior, es lo que ahora se llama letra chica y que por ley quedó con letra normal. El estrechón de manos que nos dimos fue sólo un gesto de buena educación para despedirnos. No logro entender enteramente lo sucedido. ¿Dónde quedó el valor de la palabra? ¿Cómo un hecho tan noble se fue degradando a tal punto? Y de la falta a la palabra, pasamos a la falta de nobleza, de lealtad, de honor, de patriotismo…

Elucubro pensando que esta pérdida debe haber sido de a poco y con mucha pena reprimida, día tras día, en un sinfín de medias palabras, medios entendidos, medias sinvergüencerías, pequeñas estafas, etc. Pienso también que esto dio paso a un abrumador trabajo del sistema judicial, abogados, jueces, notarios… un sinfín de actividades no productivas que hizo aumentar el costo de la transacción que antes se zanjaba con sólo un apretón de manos. Eso sí, el que no cumplía se suicidaba ¡convenimos que era un poco drástico el sistema!

Pero sin llegar a tales extremos, también convengamos en que el deterioro de los valores va delineando un camino en bajada que nos lleva poco a poco a una sociedad decadente con muy poca sustentabilidad. Adentrándonos un poco más, vemos cómo una sociedad se desarrolla con una desconocida fuerza de desinhibición en lo que a la intimidad personal se refiere. Históricamente, no se había conocido un desarrollo tecnológico como el actual, que pudiera hacer que el mundo entero se encuentre un una misma sala de conversación al unísono. Es así, como en las llamadas redes sociales, todo el mundo se comunica entre sí, llevándonos a una catarsis colectiva de pérdida de la intimidad personal, que va desde fotografiarse desnudos en grupos, mostrarse en videos inapropiados, formando opinión sin fundamentos sólo con intimidación y groserías, dando a conocer pensamientos poco y torcidamente elaborados, desafiando a las autoridades sin recato y sin responsabilidades personales que avalen las acciones propuestas. Todo esto que aparenta ser muy democrático, y que es más bien libertinaje, pareciera ir dramáticamente en sentido contrario; al menos de acuerdo a la experiencia histórica, pareciera ir hacia la completa destrucción de la democracia y hacia la implementación de un definitivo sistema totalitario con pérdida de nuestra tan apreciada libertad.

¿Qué otra posibilidad, que se escape de la experiencia histórica, podemos esperar para un futuro más auspicioso? No lo sabemos con certeza, pero el gran avance tecnológico con que contamos y con lo que aún falta por desarrollar, desconocido hasta ahora, podría ser una base material para hacer de una democracia directa algo factible de llevar a cabo, por ejemplo saber de inmediato el nefasto resultado producto de una mala propuesta, y viceversa, y que éste fuera reconocido por los ciudadanos antes de exigir lo contrario en masivas concentraciones callejeras rompiendo todo a su paso. Es difícil imaginarse el poder en manos de una banda de desaforados ignorantes, pero sí tal vez sería posible que este poder estuviera en manos de una gran masa ciudadana instruida y con conocimientos adecuados. Así y todo, este escenario requiere no tan sólo de una buena educación masiva de difícil logro en calidad y tiempo, sino que también de un, no menos difícil,  masivo desarrollo espiritual que vaya acorde con el avance de dicha tecnología. Sin este desarrollo espiritual, seguiremos esclavos del manipulador de la maquinaria tecnológica ya que  no conoceríamos, o bien, no estaríamos fundados en los verdaderos cimientos de la libertad que nos permita elegir adecuadamente.

Francisco Bascuñán Letelier
Octubre 2014

Enviar

Ir al inicio