La responsabilidad en la inclusión
Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2014-09-10 | ID: 677 | Categoría: Cosmos | Tema: Ciencia de la naturaleza | Tipo: Ideas, propuestas y proyectos
El hombre y el Universo
En el diccionario podemos leer: El ser humano (Homo sapiens, del latín «homo», «hombre», y «sapiens», «sabio») es una especie de primate de la familia de los homínidos. También son conocidos bajo la denominación genérica de "hombres", aunque ese término es ambiguo ya que malamente se usa también para referirse a los individuos de sexo masculino y en particular a los varones adultos.
En el pasado, el género Homo fue más diversificado, y durante el último millón y medio de años incluía otras especies ya extintas. Desde la extinción del Homo neanderthalensis, hace 45.000 años y del Homo floresiensis, hace unos 12.000 años, el Homo sapiens es la única especie conocida del género Homo que aún perdura. Durante todo este tiempo, desde su creación, el hombre fue entregando y recibiendo del planeta tierra, y así se fue integrando al universo. Hoy el hombre se encuentra incluido en la naturaleza de manera importante, y así como forma parte de ella también depende de ella.
El Hombre en la Historia
Desde hace milenios (9.000 años o más) que la cantidad de humanos viviendo sobre la faz de la tierra fue del orden de los 150 a 200 millones de habitantes. Cifra que se desbordó a mediados del siglo XIX. Junto con la revolución industrial, se inició un fuerte desarrollo de la ciencia que llevó a los seres humanos a desarrollarse social y económicamente de forma tal, que permitió la subsistencia actual que sobrepasa los 7.000 millones de seres humanos vivos.
Esto a costa de una depredación del planeta a punto de poner seriamente en peligro su capacidad de poder sustentar a una mayor cantidad de seres vivientes.
Responsabilidad del Incluido
Es una ley, que todo ‘incluido’ tiene una responsabilidad, ya sea intuitiva o racional, para con el medio donde se siente incluido. Los seres humanos poseen capacidades mentales que les permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, lógicas, matemáticas, escritura, ciencia y tecnología. Los humanos son animales sociales, capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos. No se tiene evidencia de que exista otra forma de vida con dichas capacidades —o superiores— en el universo. Es por esta razón, que podemos deducir que el hombre es el único integrante del Universo conocido, que tiene una responsabilidad racional sobre su conducta, ante los acontecimientos que puedan llevar a un desequilibro planetario de proporciones.
La Vanidad embarga al hombre
A fines del siglo XIX y principios del XX, sucede que el hombre se encuentra con un adelanto científico y técnico no conocido hasta la fecha. Además, este gran avance de la tecnología y del conocimiento va ‘in crecento’ y ante este hecho, creyendo el hombre que todo esto viene de su propio intelecto, poco a poco se va haciendo dueño de la filosofía positivista en donde prevalece la idea que la realidad es sólo aquella que se puede probar científicamente.
Así pues, la ciencia se torna atea, lo que a su vez, en la práctica trae consigo la eliminación de los límites y el abandono de la ética. De aquí en adelante, todo es factible y todo es permitido. La vanidad lo ha embargado. Es aquí donde se plasma, en forma inequívoca, la importancia decisiva de la conciencia personal como único eslabón de confrontación ética; al hombre ya se le acaban las muletillas donde cobijarse para que le definan el bien y el mal, todo su futuro se encuentra en sus manos: en su voluntad y en su propia, atrapadora e implacable conciencia.
El Futuro del hombre en el Planeta
¿Cómo afecta todo lo dicho anteriormente al futuro del planeta Tierra? ¿Cuál es la responsabilidad, intuitiva o racional, que le cabe al hombre como ser ‘incluido’ en la naturaleza? ¿Cómo el hombre puede influir en algún sentido, para disminuir la depredación propia requerida por cada ser humano, para su desenvolvimiento biológico? ¿Hay algún tipo de fatalidad inherente a esta cuestión si a fines del presente siglo podríamos llegar a los 12.000 millones de habitantes?
Son estas y muchas preguntas más las que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en temas tan trascendentes como lo es el futuro de nuestro planeta, tan maltrecho por tratar de satisfacer nuestras necesidades. Y las respuestas… cada vez más difíciles de responder sin entrar en una eliminación masiva del ser humano, hecho este último, que para la naturaleza no es tan complejo de resolver. Ante esta situación, la vanidad que embarga al hombre se hace trizas.
Francisco Bascuñán Letelier
Los Maitenes, Septiembre 2014