El azar

Autor: Francisco Bascuñán Walker | Fecha: 2006-11-01 | ID: 600 | Categoría: Alma | Tema: Filosofía | Tipo: Pensamientos

El azar no es más que la medida de la ignorancia del hombre.
—Henri Poincaré, 1903

Una mariposa aletea en Pekín y llueve sobre Europa.
—efecto mariposa, 1963

Los sistemas dinámicos y la teoría del caos formulada a mediados del siglo pasado por Lorez, Mandelbrot y otros, como un intento de explicar el orden del cosmos, nos habla de una relación intima y continua de acontecimientos, una cadena de causa y efecto que va ligando de forma impredecible eventos singulares, pero que en forma general adoptan un orden que obedece a una geometría denominada Fractal (Benoit Maldelbrot 1975).

De ahí que la afirmación "Una mariposa aletea en Pekín y llueve sobre Europa" (efecto mariposa 1963) refleje esa relación causa efecto; es decir, en sistemas no lineales, pequeñas variaciones en el estado inicial generan inmensas diferencias en el estado final. Al aletear sobre Pekín, una mariposa modifica una serie de acontecimientos que producen una lluvia sobre Europa.

¿Es eso posible? ¿Tiene tanto poder una mariposa? ¿Cuánto podría hacer un hombre con mínimo esfuerzo físico?

El hecho de que la mariposa no sea conciente de las consecuencias de su aletear no le resta capacidad, ella pudo, con solo aletear, hacer llover sobre Europa.

Y si pudiéramos ser concientes de nuestros actos. ¡Si el hombre pudiera levantar la vista y observar las consecuencias más remotas de su actuar!

Pareciera que nuestra mente no tiene semejante capacidad, escasamente somos concientes de las consecuencias inmediatas de nuestras acciones… requeriríamos una mente "supra-conciente"… una mente tremenda capaz de integrar una cantidad gigantesca de variables y calcular las respuestas a una infinidad de eventos en forma simultanea.

Un trabajo difícil para nuestra mente, sin embargo todos lo hemos hecho en alguna oportunidad, una expansión de la conciencia que nos ilumina un segundo y tenemos la certeza de que algo sucederá, la intuición clara y firme de algo. Nos asombramos, y luego queda nuestra historia personal marcada por un hecho mágico y asombroso, pero eventual.

Si pudiéramos ser plenamente concientes de nuestros actos, nuestro poder sería infinito y nuestros actos posiblemente extraños a la vista de los inconcientes.

"Pero nuestra conciencia no se desarrolla inconcientemente", es necesario un trabajo continuo sobre nuestra voluntad y nuestra inteligencia, una manera puede ser escuchar a aquellos que lograron una conciencia iluminada y seguir la luz de sus enseñanzas, me refiero a la Enseñanza de los Grandes Maestros de la Humanidad.

El hacerse conciente de los efectos de nuestros actos requiere comprender que, causa y efecto, son parte de un fluido continuo y que nosotros podemos actuar en vez de reaccionar, es decir actuar con conciencia.

Este fluido continuo de causa y efecto toma un orden, una geometría especial denominada "Fractal". Esta geometría de los acontecimientos guarda una relación entre lo menor y lo mayor, un ejemplo de esto es la geometría de los árboles. La relación entre el tronco y las ramas es similar a la de las ramas y las ramitas, las ramitas y hojas etc. En general la relación formal repite lo menor en lo mayor.

En la antigüedad, un maestro egipcio llamado Hermes Trimegisto formuló algunos principios, uno de ellos decía: "Como es arriba es abajo", como es en lo pequeño es en lo mayor, entonces no sería necesario mirar tan lejos, solo observando lo menor podemos intuir lo mayor. Observando el proceso podemos intuir un final.

Pareciera que esta Fe en el resultado, al realizar una determinada acción, esta certeza de que las consecuencias de mi actuar me conducirán al fin esperado, es una virtud que se presenta cuando hacemos "lo correcto", cuando obedecemos a nuestra "conciencia", cuando hacemos cosas porque están bien y nos olvidamos del resultado. A esa virtud la llamo La Esperanza, la primavera en nosotros.

La intuición y la esperanza parecen vibrar en este principio de correspondencia, parecen obedecer a la geometría fractal entregando una luz de unidad atemporal que son causa y efecto a la vez.

Si nos observamos a nosotros mismos podemos identificar distintos niveles de conciencia:

El más básico responde al input de necesidades físicas tales como la sed, el hambre, el sueño y genera un mecanismo de respuesta, una inteligencia animal o INSTINTO destinado a cuidarnos. Al parecer la voluntad del instinto es cuidar y preservar.

Un segundo nivel responde al input de necesidades emocionales tales como el afecto, el cariño, la alegría… y todo el mundo de emociones que nos permite reaccionar y responder ante los estímulos de nuestro pensamiento. La inteligencia emocional de este nivel nos vincula como grupo y su voluntad es QUERER.

Un tercer nivel que nos conecta con nuestro ser más interno, su inteligencia tiene que ver con la intuición y su voluntad es la esperanza (similar a la voluntad del Padre). Aquí radica la Esperanza, como la virtud que guíe todos los niveles de nuestras conciencias. La Esperanza de que el movimiento generado por tu intuición, alcanzará la voluntad del Padre.

La ley de correspondencia permite que la voluntad de lo superior domine sobre la inteligencia del plano inferior.
La INTUICIÓN domina sobre la EMOCIÓN.
La EMOCIÓN domina sobre el INSTINTO.
La conciencia superior prevalece.

Al parecer el asunto no es como desarrollar nuestra conciencia sino más bien como permitir que la conciencia nos desarrolle. Como dejar que la conciencia superior nos bañe y nos transforme para que nuestras acciones estén alineadas con la voluntad de lo Alto.

"pequeños cambios en las condiciones iniciales del sistema generan enormes cambios en el resultado".

Francisco Bascuñán Walker
Noviembre 2006

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