Egocentrismo y virtudes

Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2006-11-09 | ID: 595 | Categoría: Espíritu | Tema: Mente | Tipo: Pensamientos

Acabo de terminar de leer un artículo sobre el EGO en la revista DESAFÍO (www.desafio.cl), sobre la vanidad. Hasta dónde actuamos por egocentrismo y hasta dónde por amor.

Volvemos, recurrentemente, a la tensión de vida.

Pero más allá de la tensión y en consideración a que la virtud y el pecado son inherente a nuestra creación, no sé si a la de la humanidad entera pero sí a la mía, partiendo por el pecado original; tal vez debiéramos interiorizarnos más en este aspecto.

Lo primero que me salta a la vista es que lo que llamamos instinto, por ejemplo: el respirar, el mamar, el comer, el procrearse, etc., son actos egocéntricos. Nadie podrá decir que el acto sexual, por mucho que cada cónyuge trate de agradar al otro, no contenga un alto grado de egocentrismo; porque "a mi me gusta" dirá cada uno.

Entonces, si bien es cierto que el acto de amor, de dar gratuitamente, es creativo, elevador del espíritu, cercanía a Dios; el egocentrismo, al menos una dosis de él, es un motor impulsor de la vida. Lo es el ego en su versión de vanidad, de narcisismo, de aparentar seguridad, de machismo, de feminismo, etc. También, por este lado, la creación se ve más perfecta, equilibrando lo material con lo espiritual.

Lo segundo, es que debe de haber una línea en el egocentrismo, que divida entre lo que constituya motor de vida y lo que hace directamente pecado de muerte. Creo que los ejemplos estarían de más.

Tercero, pareciera que este racionamiento, nos adelgaza la línea divisoria, haciéndonos entrar en el delicado tema de la ética. Hasta dónde este egocentrismo que nos daña pero que lo requerimos, empieza a dañar a los demás. Incluso, se enreda con el bien, que amorosamente le podamos dar a alguien, dañe a terceros. Hasta dónde es válido que la verdad vaya delante del sentido común; hasta donde no es correcta la amnistía, o sea el olvido; hasta dónde la defensa propia; también el perdón, no tanto como acto de amor, sino para no envenenarse el alma; hasta donde evitar familia, para el mejor bienestar de los otros hijos; el relativismo, etc., etc.

Todos estos temas de equilibrio son fascinantes y muy personales, lo que no limita a pensarlos.

Francisco Bascuñán Letelier
Noviembre 2006

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