Chile: Un país dividido
Autor: Juan Domingo Muñoz Recabarren | Fecha: 2006-12-15 | ID: 589 | Categoría: Cosmos | Tema: Interés público | Tipo: Denuncias
Señor Director:
Después de ver todos los lamentables acontecimientos que ocurrieron con el sensible fallecimiento del General (R) y ex presidente Augusto Pinochet Ugarte, desde una perspectiva desinteresada y ajena a la vinculación partidaria he creído oportuno dirigirme a esta importante tribuna para plantear, a la luz de mis recuerdos y visión personal de un chileno, ciudadano, que como la gran mayoría, no se siente representado por la clase política, lo siguiente:
Si recordamos los acontecimientos ocurridos durante el gobierno de la Unidad Popular, cuyo presidente fue elegido gracias a un irresponsable acuerdo político con la Democracia Cristiana, más interesada en mantener el poder que en los verdaderos intereses de la nación, podemos concluir, en base a los antecedentes históricos verificables en toda la prensa de la época, que fue el peor gobierno que ha tenido Chile. En menos de tres años que duró aquel nefasto e irresponsable gobierno, aparte de la extrema polarización, el país fue destruido en todas sus formas. Con una inflación superior al 1.000%, con todas las empresas, salvo la papelera, requisadas por el gobierno, también la mayoría de los predios agrícolas tomados por la fuerza por sus partidarios y mediante la imposición de cadenas interminables, se tomó el dial de las radioemisoras y televisión chilena, impidiendo con ello el acceso a la información, sin ningún respeto a la propiedad privada y a los derechos fundamentales de la persona humana. El desabastecimiento se hizo extremo y el pan de cada día eran las colas, se llegó a extremos miserables en que mediante las Juntas de Abastecimientos y Precios (JAP), se racionaba la entrega de alimentos a las familias chilenas.
En aquel entonces, época de la llamada guerra fría, a nivel mundial existían dos principales corrientes ideológicas, Occidente y Oriente, el primero liderado por Estados Unidos de América y el segundo liderado por la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, cuya costumbre era permanecer en el poder por la fuerza, ajeno a toda práctica democrática, y en todos aquellos países, cuando no asumieron el poder por la fuerza, donde fueron elegidos democráticamente gobiernos proclives a la Unión Soviética, se desataron cruentas guerras civiles que concluyeron con sangrientos genocidios. En Chile, el gobierno de la Unidad Popular, liderado por Salvador Allende, fue proclive a la Unión Soviética y con él comenzó a gestarse, la toma y permanencia en el poder por la vía armada. Así, principalmente en el año 1973, se hicieron innumerables allanamientos en las sedes de la Unidad Popular, Partido Comunista, empresas "tomadas" y otras agrupaciones afines, y fue sorprendente la cantidad de armas de guerra, la mayoría de fabricación soviética, que fueron encontradas y requisadas por las fuerzas armadas, arsenales que, por cierto, fueron traídas clandestinamente al país para ser utilizadas en contra de los propios chilenos.
Todo el desastre económico, el atropello a los derechos fundamentales de las personas y a todos los poderes del estado llevaron a que tanto la clase política opositora, incluida la Democracia Cristiana, como la mayoría de los chilenos, pidieran cada vez con mayor fuerza, la intervención de las Fuerzas Armadas, quienes, por respeto a la institucionalidad, demoraron en exceso su intervención.
Fue así como nació el pronunciamiento militar que lejos de ser un movimiento golpista, como hoy la clase política gobernante quiere hacerlo aparecer, fue un acontecimiento histórico, responsable y valiente por parte de las fuerzas armadas que se anticiparon a que las armas, que fueron encontradas antes y después del pronunciamiento, incluso en la propia moneda, fueran usadas en contra de los chilenos, previniendo el triste devenir que ello hubiera significado al salvar a Chile de una inminente y devastadora guerra civil. Sobre el particular, recuerdo como, en una clase de historia, en el Instituto Politécnico de Curicó, un conocido profesor oficialista nos dio una clase magistral de guerrillas y estrategia militar.
Todos quienes participaron hasta las últimas consecuencias en el gobierno de la Unidad Popular, seguramente estaban convencidos que el único camino posible, para alcanzar una patria más justa, era su permanencia en el poder aun si ello debiera hacerse por la vía armada y sin importar sus consecuencias, además que con ello, se sumaría un ejército más a las filas de la Unión Soviética, que visto desde la perspectiva de la guerra fría, internacionalmente, era una derrota para los ideales, justos o no, liderados por Estados Unidos.
Posteriormente, cuando colapsaron las ideologías denominadas de oriente y se impusieron, naturalmente, las de occidente, cuyos principales hitos son el desmembramiento de la Unión Soviética, y la destrucción del muro de Berlín, todas aquellas ideologías totalitarias y antidemocráticas, que nos llevaron irresponsablemente al caos y que atropellaron sin contemplaciones los derechos fundamentales de todos los chilenos, vuelven a surgir, pero con el apellido de renovadas. Así, es posible ver a los mismos políticos de ayer, que durante el gobierno de la Unidad Popular, en beneficio propio, omitieron defender la propiedad privada y los derechos humanos, ahora como sus más fervientes defensores. En definitiva, un cambio "angelical" que les ocurrió, de la noche a la mañana, por ejemplo, a los socialistas "renovados", la izquierda "renovada", etc. Un milagro que por la "magia" de la política, los dejó libres de toda culpa, todo lo sucedido entre los años 1970 y 1973, fue por culpa de otros pero jamás de ellos.
Si bien son reconocidos, aunque no se digan, los cambios trascendentales que hubo durante el gobierno de las Fuerzas Armadas, gracias a cuya estructura el país hoy puede disfrutar de estabilidad y progreso económico que le ha dado prestigio y respeto en todo el mundo, son reconocidos, también, el atropello a los derechos humanos, hecho lamentable, difícil de superar y que tiene negativamente marcada a la sociedad chilena. Sin pretender justificar aquellos lamentables acontecimientos, a juzgar por la experiencia de otros países, peor hubieran sido los resultados si el Gobierno de la Unidad Popular hubiera desatado una guerra civil, como se veía venir.
En ambos casos, el idealismo extremo, hasta fanático, nos condujo a esas lamentables consecuencias y pareciera ser, por los acontecimientos desatados con la muerte del General ® Pinochet, que de ello Chile nada ha aprendido y que la clase política, lejos de buscar mecanismos para superar esas heridas, le interesa más mantenerlas siempre latentes y con ello las mismas odiosidades que en antaño nos condujeron al fracaso. Tal vez el lema es "dividir para reinar", pues a río revuelto, ganancia de pescadores.
Ahora bien, con la entrega del mando que hiciera el Presidente Pinochet, en una transición pacífica a la democracia, al primer presidente elegido democráticamente después del pronunciamiento militar, se inicia el gobierno de la Concertación, cuyos dos primeros gobernantes fueron miembros de la Democracia Cristiana a quienes les cupo una activa participación en la elección de Salvador Allende como presidente de la república y posteriormente en la coalición que pedía su salida y la intervención de las Fuerzas Armadas. Este conglomerado con mucha fuerza y justa razón, utilizó como una de sus principales banderas de lucha, el esclarecimiento de la verdad en los atropellos a los derechos humanos acaecidos en Chile durante el régimen militar, pero, por otra parte, por la misma responsabilidad y complicidad que les cupo en el nefasto gobierno de Salvador Allende, no han sido capaces, ni suficientemente responsables, ni han tenido el valor de reconocer, con la misma fuerza, los errores que la misma clase política cometió en el pasado y que nos llevaron a la necesaria intervención de las fuerzas armadas. Así, mientras se criticaba, perseguía y condenaba a los uniformados por los atropellos a los derechos humanos, paralelamente, en diciembre de 1991, se otorgaba protección diplomática y posterior asilo político, supuestamente por razones humanitarias a Erick Honecker, uno de los más sanguinarios y genocidas gobernantes de Alemania Oriental, que hizo construir el muro de Berlín, vergüenza mundial que dividió a Alemania en dos y donde fueron asesinados miles de alemanes orientales por el solo delito de intentar cruzar hacia occidente. Este hecho, impidió que este tirano fuera extraditado por la nueva Alemania unificada, que también, con justa razón, pretendía seguirle un juicio por sus múltiples violaciones y atropellos a los derechos humanos. Un doble estándar que, a la luz de la mencionada bandera de lucha, resultaba desconcertante y contradictorio para un ciudadano como yo.
Hoy, a cuatro gobiernos liderados por la concertación de partidos por la democracia, gracias a los lineamientos y bases fundamentales establecidas durante el gobierno militar Chile es el país que presenta los mayores índices de desarrollo de la región y del mundo, pero también, por otra parte, en todos estos años de gobierno democrático, la clase política poco ha hecho para disminuir los excesivos niveles de desigualdad social que ha generado la economía de mercado. Pero además, resulta triste ver cómo han crecido los índices de delincuencia y de inseguridad en las calles y, a manera de ejemplo, resulta vergonzoso ver a Carabineros de Chile, custodiando una marcha de encapuchados pertenecientes al FPMR, personas incapaces de protestar o manifestar sus ideas de cara al país y, en un hecho posterior, donde, a vista y paciencia de todos, uno de esos encapuchados, frente a la moneda y en un acto indigno y cobarde es aplaudido por quemar una bandera de Chile, mi querida bandera. Demás está decir que en todas las protestas quienes causan los mayores actos de violencia y vandalismo son, precisamente, encapuchados ante los cuales, Carabineros se ve impedido de intervenir, so pena de ser sancionados, aun cuando los ataquen directamente con piedras, palos y bombas incendiarias, porque a fin de cuentas, ante la autoridad, sólo los Carabineros son violentistas, en consecuencia, avanzamos hacia el absurdo en que el agresor es la víctima y el agredido el victimario. Del mismo modo hemos sido testigos de innumerables casos de corrupción en que un grupo de personas, pertenecientes al gobierno, aparte de repartirse los cargos públicos, se arrogan la propiedad de dineros que pertenecen a todos los chilenos y lo más triste, destinados a los más pobres de Chile, por ejemplo, el uso de los gastos reservados para campañas políticas o para justificar sobresueldos o mayores ingresos de personeros públicos y privilegiarlos además con el no pago de impuestos, el último de ellos el caso Chile Deportes, en donde un senador oficialista del PPD, pese a haber reconocido haber manipulado la información con antecedentes falsos acerca del financiamiento de su campaña electoral, permanece impune, todos flagrantes dolos que son una vergüenza nacional y que gozan de especial protección, lo mismo que el abuso de poder, tal cual como ocurrió, por ejemplo, con un carabinero que fue agredido en Rancagua por un hijo de la entonces Ministra de Relaciones Exteriores y hoy Senadora de la Democracia Cristiana, Soledad Alvear, en que el carabinero agredido, en un juicio que la prensa debiera reeditar, fue dado de baja y posteriormente, gracias a un fallo judicial, debió ser reintegrado y donde además debió renunciar un valioso oficial de carabineros, seguramente por no favorecer los intereses de la Ministro, porque no hay que olvidar que también los cargos superiores de las fuerzas armadas, hoy se rigen más por cánones políticos que técnicos. Estoy seguro que estas personas, lejos de buscar el beneficio del país, buscan el beneficio personal, pues los hechos así lo demuestran.
Al margen si corresponde o no rendirle determinados honores al ex presidente Pinochet, claramente con su fallecimiento quedó demostrado que el país se encuentra dividido, pero no en dos, sino en tres principales grupos. Los primeros, pertenecientes al oficialismo y que le siguen rindiendo homenajes al ex presidente Salvador Allende, como si hubiera sido un gran gobernante, única forma de justificar u ocultar la complicidad de los actuales dirigentes oficialistas; los segundos, los partidarios del ex presidente Pinochet a quien la clase política, tal vez por envidia, nunca le ha reconocido su gran obra en el plano económico, revolución que jamás serán capaces de emprender, pues si se verifican las leyes que son promulgadas, claramente se puede apreciar que están preocupados de temas secundarios legislados, además, pobre o inconclusamente y, en las cosas importantes, basta con ver el vergonzoso caos que ha generado la reforma a los tribunales de justicia impulsada por la Concertación; y los terceros, que no nos sentimos plenamente identificados ni con el oficialismo ni con la oposición y que en el fondo son quienes sufrimos las consecuencias de la cada vez mayor cantidad de desatinos de la clase gobernante y de la clase política en general y que somos los que en definitiva, en nuestro país cada vez más corrupto, jamás tendremos cabida, pese a ser ciudadanos chilenos, porque, desinteresadamente, estamos dispuestos a trabajar, verdaderamente, por un Chile mejor, y por lo mismo, donde se respeten las áreas verdes y la vida silvestre, donde no se roben la plata de todos los chilenos, donde no se usen los cargos públicos para enriquecimiento personal, donde los delincuentes, cualquiera sea su calificación, no abunden por las calles y sean severamente sancionados, donde la democracia no signifique dar espacio a pedófilos, narcotraficantes ni falsificadores, donde se construyan viviendas dignas, seguras y sólidas hasta al más humilde de los chilenos, donde la buena educación sea un derecho y una realidad para todos, donde el acceso a la salud sea de calidad y para todos por igual, donde los parlamentarios no se fijen sueldos millonarios que son una vergüenza para todos, especialmente para los más pobres del país; donde las cuentas públicas sean claras y transparentes y estén al alcance de todos, donde nos respetemos unos a otros, donde construyamos un país que alcance para todos y no para algunos pocos, en definitiva, donde todos unidos trabajemos para hacer de Chile una verdadera gran nación.
Juan Domingo Muñoz Recabarren
Diciembre 2006