¿Tenía Pinocho un corazón de palo?: Algunas reflexiones acerca del sufrimiento
Autor: Francisco Bascuñán Walker | Fecha: 2007-01-15 | ID: 587 | Categoría: Espíritu | Tema: Reflexiones | Tipo: Relatos y comentarios
Fue hace años atrás cuando en un viaje con mi hijo Diego a Santiago, al entrar por el sector de Av. Santa María, en un semáforo, se acercó a la ventana del auto un niño pidiendo dinero, debería haber tenido unos 6 o 7 años, una edad similar a la de mi hijo…. Yo le dije que no con un gesto de la mano sin abrir la ventana.
Diego se hincó en el asiento mirando al niño por la ventana de atrás… me miró y me pregunto que quería…estaba asustado. Le explique que quería dinero, que en Santiago es común ver niños pidiendo dinero, él me bombardeo con varias preguntas…que para qué quería dinero, que dónde estaban sus papas, que qué hacia solo en la calle a esa hora, que quién lo llevaría a su casa..uf… no fue fácil pero le di todas las explicaciones más convincentes de porque ese niño no necesitaba mi ayuda… parece que no fue suficiente porque, sin una actitud de reproche, me pidió que le recordara traer sus ahorros la próxima vez que viajáramos a Santiago.
La siguiente vez ya no le llamó la atención.
Pensé en el cuento de Pinocho pero al revés, es decir, el niño que se transforma poco a poco en un muñeco de palo… y reflexioné muchos días tratando de encontrar el momento en que mi propio corazón se perdió, como una manera de encontrar ese camino errado…no lo logré.
Fue hasta hace poco que encontré una clave.
Como parte de mi trabajo formo parte de una comisión examinadora de título y tengo que pasarme largas horas escuchando a nerviosos jóvenes explicando sus proyectos.
Y casi siempre sucede que entre más larga es la explicación, más malo es el proyecto. Comprendí que a mi me sucedía lo mismo, entre más explicaciones me daba, más escondía mi conciencia.
Decidí hacer un experimento, decidí (en una actitud temeraria que me costo muchísimo) no darme explicaciones ni justificaciones de ninguna clase, solo presentarme ante los hechos tal cual como son. El resultado fue terrible, pero iluminador.
Un destello de mi corazón vivo apareció por una rendija de éste corazón de palo que tengo.
Y recordé…… la diferencia entre legítima defensa y la agresión…. El obscurecimiento de parte de mi conciencia de vida, el alejamiento de la realidad y el sobre temor exagerado al sufrimiento, finalmente cerré los ojos y perdí mi corazón de niño.
No quise ver… y luego de muchas explicaciones me convencí de que eso estaba bien… como ese mal proyecto que me desagrada pero que de tanto hablar, ese estudiante nos ha convencido a todos de que tenía que ser así.
Se instala la cultura de la muerte, nuestra conciencia no lo nota y nos parece correcto. Nos acostumbramos a cerrar los ojos, a cubrirnos de explicaciones.
Un bonito abrigo de piel que se te ve tan bien, que lo merecías hace tiempo y además eres tan friolenta…., un gran asado con la familia……, el mundo por delante sin ese niño en mi vientre……., una muerte digna asistida por alguien que te quiere, para que perpetuar el dolor?...... explicaciones sobre mentiras, no queremos ver como despellejan a esos animalitos, ni como los matan, ni como los cortan, no queremos ver la sangre ni la muerte ni el sufrimiento, obscurecemos nuestra conciencia y perdemos nuestro corazón de niño.
Ver las cosas sin explicaciones, sin adornos es tremendo, doloroso, pero también es maravilloso, porque tener un corazón es estar vivo y no ser de palo.
Tener un corazón es ser consecuente con la vida, enfrentar el sufrimiento y dar la Batalla a la ideología de la muerte, tenemos un gran aliado, Cristo nos acompaña, nos guía y nos protege…aun podemos ganar porque no somos ovejas sino leones.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
No hay peor ciego que el que no quiere ver.
No hay peor ciego que un corazón que no quiere sentir.
Hagamos valer nuestra condición Humana, nuestro corazón vivo, no necesitamos un hada madrina como Pinocho, sólo maravillarnos con nuestra Vida y nuestro Mundo y no justificar tanto lo necesario que es matar y sufrir…
Finalmente pensé que si Pinocho quería un corazón de niño era porque en verdad tenía uno.
Francisco Bascuñan Walker
Enero 2007