Carta al Sr. Juez
Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2007-03-05 | ID: 586 | Categoría: Espíritu | Tema: Reflexiones | Tipo: Relatos y comentarios
Sr. Juez:
Yo sé que Ud. vive en un mundo diferente al mío. Ud. no sólo no debe cumplir horario sino que trabaja según su conciencia, avanza en sus juicios de acuerdo a sus posibilidades, nadie puede interferir en su desempeño. Sus dictámenes son de tan extraordinaria importancia para las personas juzgadas, que Ud. llega a ser venerado, ni siquiera se le puede llamar "señor", debemos usar calificativos especiales, tampoco nos comunicamos en un mismo plano ya que Ud. trabaja en un escritorio colocado como medio metro más alto que los demás mortales y además separado por una baranda que ni siquiera se puede tocar. En una oportunidad osé afirmarme en esa baranda durante una declaración, fue peor que hubiera tocado el "arca de la alianza". En fin, Ud. vive en su mundo y yo lo acepto.
Yo vivo en otro mundo, en el mundo empresarial. Las personas como yo, dueños o altos gerentes de empresas, ya sean éstas chicas o grandes, también tenemos que trabajar de acuerdo a nuestras conciencias, pero tenemos que cumplir horarios. Sin embargo, nuestro trabajo se extiende a todo los momento de nuestras vidas, en todo lugar y a toda hora. Somos responsables de la seguridad de nuestro personal, de los plazos a cumplir, de la calidad de los productos, de las innovaciones tecnológicas, de los flujos de dinero, de percibir utilidades y de muchas otras cosas propias de nuestro desempeño; pero en definitiva, ganamos por lo que logramos realizar.
Sí Sr. Juez, vivimos en otro mundo; pero no sólo Ud. y yo, así también otras personas, como en el mundo laboral, profesional, mundo de la política, de los servicios religiosos, de los médicos, etc. Cada uno de nosotros vivimos en mundos diferentes, y en cada uno de estos mundos siempre existen los que se creen superiores y se autocalifican y auto designan como "reycitos". Por supuesto que reycitos con prebendas especiales, como forma de trato, estacionamientos reservados en la vía pública, vehículos ajenos con choferes, sobre sueldos especiales, manejo de dineros ajenos, en fin, existen tratados completos de psicología para satisfacer la mente de estos reycitos.
También es cierto que si bien todos vivimos en mundillos diferentes, también lo hacemos en un solo mundo, el de los chilenos. Y en este gran mundo de los chilenos, que por sólo tener el privilegio de pertenecer a él, se nos exige a todos por igual: responsabilidad, sabiduría y valores; honradez, patriotismo, honor, también eficiencia y eficacia, en cuanto al conocimiento aplicado como al tiempo empleado.
Sr. Juez, así como los médicos trabajan con la salud para dar vida, Ud. trabaja con la libertad, expresada en diferentes formas, para hacer justicia. Creo que no se puede lograr plenamente ni lo uno ni lo otro, sin embargo se trata. Pero igual, Ud. trabaja allá en lo alto, cerca del cielo para asemejarse más a Dios. ¡Qué complicado tanto poder Sr. Juez! Y poder supremo, porque si se equivoca en su juicio, ni a Ud. ni a su familia nada le pasa, ni le quita el sueño. Qué raro debe ser sentirse así y acostumbrarse a ello. Yo, humildemente, creo que Ud. debiera contratar un lacayo, similar a los que iban junto a los Generales en los carros de la victoria entrando a Roma, obligándole a que les recordara, cada diez minutos, diciendo: "acuérdate que eres mortal.......…… acuérdate que eres mortal………. acuérdate que eres mortal"…….., ya que a más de uno se le ocurrió deificarse.
Sea juez o no, el humano que más se cree Dios, más pobre infeliz es; y ojo, que en esto se puede llegar hasta la perfección, hasta la perfección de lo infeliz por cierto.
Saludo atentamente a Ud.
Francisco Bascuñán Letelier
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P.D.: Lector, ¿eres tú juez?