El Sol
Autor: Francisco Bascuñán Walker | Fecha: 2007-05-01 | ID: 582 | Categoría: Espíritu | Tema: Reflexiones | Tipo: Relatos y comentarios
El discípulo le pregunto al Maestro:
¿Cómo puedo saber si voy por el camino correcto?
El Maestro contesto:
Si los que te rodean son felices,
estás, ciertamente, en el camino correcto.
Caminaba por la calle Colón desde Manquehue al oriente, respirando el aire helado y contemplando la cordillera de los Andes recién nevada, amanecía en Santiago un día despejado de invierno.
Los rayos del sol se dibujaban en el cielo desde atrás de las montañas, transparentado las cumbres nevadas…un color anaranjado teñía algunas nubes de un cielo azul intenso.
Maravillado ante el espectáculo, le agradecí mentalmente al Sol la belleza de ese amanecer radiante……… y el me contestó asombrado, iniciándose el diálogo más sorprendente de mi vida.
Quién me habla, dijo: de donde viene esa voz.
Soy un hombre, le respondí, maravillado con tu luz, con tu forma de aparecer, con tus vestiduras de color…….rompiste la noche y llegas como un rey lleno de radiante energía.
De que hablas, me dijo. Luz, color… ¿que es eso?, yo sólo veo negrura, un vacío enorme, un abismo insondable que no muestra sino una eterna noche en la cual trascurre mi soledad….¿estás loco acaso…..dónde ves todo eso que yo no veo?
Le traté de explicar que su luz era indispensable para nosotros, que no estaba solo, que brillaba tanto que no era posible mirarlo directamente… incluso que algunos lo consideraban un dios por su entrega, que hacia posible la vida y muchas cosas más, pero no me creyó y siguió sumido en su tristeza y soledad.
Pensé asombrado, ¿como es posible que el Sol no sea capaz de ver su propia luz?, ¿como puede ser que el astro rey, que ocupa el cielo completo, esté deprimido en un vacío de oscuridad?…. Insólito.
Luego se me ocurrió…. Le pedí que se concentrara y que buscara un puntito azul cerca de él. Tardó algunos minutos cuando por fin y sin mucho entusiasmo admitió que veía un punto azul, probablemente un defecto en su visión.
No, le dije. Ese punto azul es mi planeta, aquí habito y desde aquí veo tu luz. Mi planeta es azul porque tú lo pintas así con tu luz. Le conté que día con día era él el que nos daba vida y calor, que se fijara en otros "puntitos" y que descubriría alrededor de él como emanaba su luz, que no se perdía en el vacío, que muchos la veíamos y la agradecíamos y me despedí tratando de ser lo mas amable posible pensando que incluso el Sol necesita compañía.
Francisco Bascuñán Walker
Mayo 2007