El nuevo nacimiento

Autor: Francisco Bascuñán Walker | Fecha: 2008-12-31 | ID: 561 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Relatos y comentarios

De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios.

—Biblia de Jerusalén, Juan 3:1-8

La primera vez que pase navidad sin mis hijos pensé que me moriría de pena. Fue la navidad del 2002 y hacía meses que me había separado. La situación se me presentaba difícil y dolorosa.

Siempre la navidad la había asociado a la cara de felicidad de los niños abriendo sus regalos, esa euforia de alegría, gritos y sorpresas de regalos inesperados o muy esperados que eran el centro de una noche mágica y aunque cuando era niño en mi familia no le daba tanto asunto a los regalos como al evocar el nacimiento, lo cierto era que esa realidad había cambiado.

Los días previos caminé largas horas por los centros comerciales atestados de gente y compré los regalos para todos, sin embargo, el pensar que no estaría ahí le quitaba toda la magia. Y esa navidad compré para cumplir, sumido en mis pensamientos y mi tristeza.

Cuando acepte mi nueva situación, mi cuerpo y mi mente se retrajeron de dolor…como un caracol buscando su refugio en si mismo. No quise comunicarme con nadie para no tener que hacer algo….simplemente me deje caer (como muerto) a mi nueva realidad… aun así, una invitación poco convencional me llevó de la mano a una experiencia maravillosa.

Esa Nochebuena entré esperando ver a algún personaje vestido de profeta haciendo alguna ceremonia extraña, nada de eso, a cambio me encontré con poca gente en una sala sin muebles, una sala blanca y silenciosa.

Me senté descalzo en la alfombra, escuchando una suave música de fondo, como cantos gregorianos o algo así…. Me pareció muy inspiradora o ¿sería que estaba cansado de los villancicos?... no sé. Permanecí un largo rato esperando; finalmente dejé de esperar, simplemente estaba ahí, en eso… en nada.

Me invadía el sueño; eran cerca de las dos y media de la mañana de la noche del 24, cuando entre mis pensamientos comencé a escuchar un canto en un idioma que no conocía, un canto que repetía una y otra vez la misma estrofa, tranquilamente… ....pausadamente. Era la voz de un hombre de edad, una voz amable pero áspera y profunda…. Llena de piedad, de comprensión.

Al principio lo seguí mentalmente y luego yo también repetía esa estrofa extraña, y mi mente más allá del sueño comenzaba a llenarse de alegría, de esa alegría de navidad, la misma que veía en los niños al abrir los regalos.

Entonces lo entendí, yo también recibía un regalo en ese instante. Un abrazo cálido que espantó todas mis penas, un abrazo de vuelta a casa, un abrazo lleno de ternura como quien recibe a un recién nacido. Y mi alma se inundó de una fuerza nueva, renovadora. Aquel recién nacido que había visto miles de veces en pesebres sin vida ahora era yo mismo y su luz brilló un instante dentro de mí… y eso bastó.

Francisco Bascuñán Walker
Navidad 2008

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