Paz en la tierra

Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2008-12-31 | ID: 560 | Categoría: Alma | Tema: Teología | Tipo: Pensamientos

Gloria a Dios en las alturas y
Paz a los hombres de buena voluntad.

—Lc. 2,14

El mes de Diciembre es especialmente emotivo para los directores de nuestra revista "MUNDO LIBRE", toda vez que uno de sus objetivos principales es destacar la presencia de Dios en el mundo. Y la conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazaret, Cristo para muchos, es indudablemente un camino para ello.

Sin embargo, y a pesar de la tremenda importancia y trascendencia que significó el acontecimiento "CRISTO" en la historia de la humanidad, ya que no cualquiera forma una "ERA" ni menos es ungido "Hijo de Dios"; no podemos confundir este glamoroso hecho y ejemplo de amor, con la requerida y necesaria decisión individual, de cada uno de nosotros, referente a tomar o no una opción creyente en Dios. Decirse creyente o ateo.

Es importante resaltar esta evidente diferencia entre la opción creyente en DIOS y el de ser Cristiano. Basta con fijarse en la solemnidad, devoción y mística con que el mismo Cristo se refería al Padre. Esta diferencia constituye una grada no menor, en que a menudo tropezamos. Los que pensamos que Cristo es Dios, o una personalidad de Dios, debemos tener mucho cuidado al respecto para no herir susceptibilidades ni confundir al auditorio.

Mas, existe un tercer grado de creencia más bajo aun, mayor que el anterior y donde las caídas son más frecuentes todavía; se trata de las "RELIGIONES". Las religiones, con todo el respeto que ellas merecen, se encuentran en un tercer grado de creencias. Son instituciones sujetas y expuestas a las mismas tensiones y concupiscencias a que lo están los seres humanos. No son comparables ni con Cristo ni mucho menos con Dios, simplemente porque están en otro plano. Confundir Religión con Cristo y/o con Dios, a pesar de su innegable relación, es base de cultivo para malos entendidos y no menos decisiones hacia la opción atea.

Hasta que estos conceptos no se internalicen en nosotros, no se asimilen por nuestros reales sentimientos y por nuestra razón, creo que va a ser muy difícil arribar al pretendido ecumenismo religioso a que nos llamó el Papa Magno Juan Pablo II y por el camino cuesta arriba por donde va transitando el actual Papa Benedicto XVI. Buena parte de la paz del mundo pasa por aquí, o sea por cada uno de nosotros. El ecumenismo se encuentra en la iglesia que cada uno de nosotros lleva en su corazón. Para desarrollar el potencial de esta pretendida iglesia ecuménica (universal), y a pesar de la importancia de las comunidades cristianas, de las sociedades solidarias, aun de los trajes que rayan en el ridículo y de los discursos rimbombantes; creo que se requiere, ante todo, su aceptación en el corazón de cada individuo. El ecumenismo vendría a ser un proceso de responsabilidad individual, de razón y Fé combinadas; es ahí, en la buena voluntad y en la íntima tolerancia a la pluralidad, donde se puede encontrar el Espíritu iluminador de Cristo y la "paz del mundo".

El nacimiento de Cristo significó la luz que nos ilumina la razón para entender, nos incrementa la fé en el Espíritu y nos da la esperanza de la ansiada libertad.

Francisco Bascuñán Letelier
Navidad 2008

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