Conversando con la uña

Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2009-01-31 | ID: 559 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Cuentos

Francisco Bascuñán Letelier
Enero 2009

El Peyuco, viejote entre gordo y macetón, se encontraba sentado al pie de la cama cortándose las uñas del pie. Una pierna estirada, para los calambres, y la otra, bien doblada apretando la barriga. A ver si así alcanzaba, a duras penas, llegar con las tijeras hasta las uñas que a ese tiempo ya más parecían garras.

Después de un último esfuerzo y con uno que otro recóndito sonido, ……..… clic……… salía pegando un trozo de uña, chico o grande, dependiendo del dedo; …… clic …… se repetía la escena…. y así, las uñas se iban sometiendo poco a poco, dedo a dedo.

Lo sorprendente sucedió cuando llegó al dedo gordo. Tronco de uña, regordeta y defendida la muy bellaca. El esfuerzo fue mayor, las consecuencias oloríficas también, había que cortar a como fuera aunque parecía más cirugía que un simple corte de uña. …..clic….. y salió volando una lonja de uña; grande, ancha y gorda, como su dueño, dio varios giros en el aire a una velocidad increíble y cayó encima de la mesa justo al frente del seudo cirujano. El vejete, sin cambiar de posición, vio la pirueta de la uña y cómo se posaba frente a él. Se sintió observado por ella y atónito, se ruborizó al pensar en cómo lo vería en esa facha, total la uña siempre fija al piso, a lo más lo miraba hacia arriba, pero nunca de lado ni menos en esa contorsionada y ridícula postura, con presas colgando por todos lados.

Para colmo de su estupor, en el grosor de la uña se insinuaba algo como una boca intentando emitir vocablos. La sorpresa mayor la recibió el vejete Peyuco cuando fue interpelado por su propio desperdicio de uña, iniciándose un alocado diálogo:

LA UÑA lo recriminó diciéndole:
Te haz servido de mí y ahora me botas.

EL VEJETE DEL PEYUCO se encontró disculpándose:
Pero si ya haz crecido lo suficiente y corresponde cortarte!

LA UÑA:
Hasta hace un momento, pertenecía a tu cuerpo vivo y vigoroso; ya no, ahora poco a poco me voy yendo al mundo de lo inanimado.

EL PEYUCO:
Es la ley de la vida comadre.

LA UÑA:
Si lo es, pero añoro los días en que me comandabas, en que formaba parte de tus planes, triunfos y derrotas, … incluso de tus conquistas.
……………………….
¿Te acuerdas cuando le rascamos el peroné a la Marujita por debajo del mantel? Debo haber estado muy dura, por el brinco que pegó digo yo.
…………..……………
Compartimos momentos de tristeza también, ¿te acuerdas del penal que se nos fue fuera?.....casi nos matan.
…………………………
Me gustaría ser como tú, con tus sentimientos y habilidades.

EL PEYUCO:
¿A sí? No creo que con mi olfato.

UÑA:
Tú siempre tan bromista e irónico, sin embargo yo sigo triste.
Parece que me estoy convirtiendo en polvo más rápido que lo que pensé.

EL PEYUCO:
Del polvo venimos y en polvo nos convertiremos.

UÑA:
Pero siempre te escuche decir que después de muerto resucitarías.

EL PEYUCO:
Claro, el día del juicio.

UÑA:
Cuando sea, pero que sea….…. Mira que es mi esperanza, porque no creo que vayas a resucitar sin uña verdad? ………. ¿ó sí?...

EL PEYUCO, a modo de consuelo, ya que no había pensado en el tema:
Con uña, por supuesto.

UÑA:
Claro porque mira, en esos días de transpiradas caminata vendiendo seguros, pensé que si nosotros las uñas, crecemos medio centímetro al mes, son seis centímetros al año; o sea, que cuando resucites ¡vas a tener uñas de cuatro o cinco metros de largo!

EL PEYUCO:
Miiira… no había pensado en eso, pareces uña encarnada de lo profunda que eres.

UÑA:
Lo que tu no sabes es que, como nos convertimos en polvo, después de varios procesos naturales nos volvemos a formar en uña de otra persona. Hay muchos caso, por ejemplo te contaré que yo fui uña de Napoleón; es mi máximo currículo, sí créeme, me despidió en un arrebato después de la batalla de Waterloo.

EL PEYUCO:
¡Qué interesante! Tu vida en mi vida debe de haber sido bastante FOME después de tan atormentada experiencia…

UÑA:
Entiendes bien poco de lo que te estoy hablando viejote…. Piensa que cuando resucites, vas a tener uñas a medias con el también resucitado Napoleón.

EL PEYUCO:
¡Reflauta! ¡Esas sí que van a ser encarnadas!

UÑA:
Ingenuo. Tampoco haz pensado en el pelo, en los ojos, en las millones de células de tu cuerpo que se cambian a cada rato. Cuando resucitemos vamos a ser todos uno.

EL PEYUCO:
¿Sabes? Para ser uña te pusiste demasiado insoportable... chao…

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