La esfinge (1)

Autor: Francisco Bascuñán Walker | Fecha: 2009-03-31 | ID: 551 | Categoría: Espíritu | Tema: Reflexiones | Tipo: Pensamientos

Si quieres construir un barco de vela… organiza a los hombres,
recoge la madera, asegura la impermeabilidad y distribuye las tareas...
Pero sobre todo… háblales de la nostalgia del mar infinito.

—Antoine de Saint Exúpery

Cuando hace algunos años atrás iniciamos las obras de construcción de un grupo pequeño de casas en el sector de peñuelas, pensamos de inmediato en mandar a hacer un gran letrero para estimular la venta. El letrero en cuestión era una imagen de las casas terminadas, realizado con un programa computacional que simulaba el barrio en pleno uso y las casas con lujo y detalle.

La mañana que debíamos instalar el letrero me fui temprano a dar las indicaciones y deje a los maestros trabajando, un rato más tarde, cuando regresé vi con espanto que el letrero lo habían instalado mirando hacia la obra y no hacia la calle… pensé en lo difícil que es construir en Chile, tome un poco de aire y me baje del auto dispuesto a dar las instrucciones para que lo dieran vuelta, "como vamos a vender una casa si el letrero solo se ve desde la obra".

Al pedir las explicaciones al jefe de obra, éste me manifestó que estaba provisoriamente así para que los maestros tuvieran una "idea clara" de lo que tenían que hacer. La imagen de la casa aclaraba muchas dudas. Perplejo ante ésta situación concordamos una posición neutral que permitía la visión desde la calle y desde la obra. La imagen de la casa terminada y habitada por "familias felices" parecía estimular el trabajo y darle sentido a las labores por muy menores que éstas fueran. El grupo de trabajo tomó como un desafío que la casa quedara "igualita" a la foto y así fue.

Quiero juntar éste insólito recuerdo con una experiencia reciente y desde ambos resumir una idea. Hace algunos días una amiga me mostro un video de Youtube donde se desarrollaba una discusión entre científicos y religiosos. Unos y otros se descalificaban y discutían entre ellos argumentando los científicos, que la ciencia abierta y tolerante siempre destruye las creencias ciegas entregando respuestas lógicas a todos los fenómenos observados; y los otros, los religiosos, que los sucesos de la historia suceden por voluntad Divina.

Pensé en como la ciencia puede observar y explicar los fenómenos con muchos detalles y luego asombrarse de las coincidencias de los resultados, pero no puede entender el porqué. Es decir, por ejemplo, observa y comprende como mi mano se mueve, se extiende, toma un vaso y lo llena de agua. Puede entender el proceso y todas las energías y mecánicas involucradas pero no puede explicar, siguiendo el mismo ejemplo, porqué se lo ofrecemos a alguien con sed. Eso escapa a la ciencia, sin embargo ese acto de generosidad es tan real como el suceso mecánico mismo.

Los científicos observarían este acto de generosidad y luego se asombrarían de la increíble coincidencia de que esa cantidad de agua viniera justo a hidratar a un cuerpo sediento. Es como si vieran las labores de construcción una a una y luego se asombraran al ver que de todas ellas se produjo una casa.

La ciencia observa la Voluntad que genera los fenómenos como si ésta no existiera y luego se asombra de coincidencias inexplicables. Es como si no quisiera ver el hilo conductor.

Por otro lado la religión más ortodoxa trata de justificar la Voluntad explicando los sucesos desde un punto de vista muchas veces infantil y claramente fuera de nuestra cultura científica.

Desde esa perspectiva me parece que las posturas de la discusión son complementarias, es decir, la ciencia explica los procesos y la religión (o la espiritualidad) la voluntad que genera esos procesos.

Antiguamente, en tiempos de la gran Esfinge (Una figura esculpida con cuerpo de toro, cabeza de hombre, alas de águila y garras de león), posiblemente, durante la dinastía IV de Egipto siglo XXVI a.c.) dos palabras gobernaban el conocimiento, una era Querer (simbolizada por el cuerpo del Toro ) y la otra Saber (simbolizada por la cara de un hombre). El Querer representaba la voluntad Divina y el Saber le daba al hombre la posibilidad de comprender su manifestación en el mundo.

….Y la ciencia nace de los sacerdotes egipcios como un humilde intento del hombre por comprender la voluntad de su Dios, pero cuando esto se desconoce, es como la obra sin la imagen de la casa, cada uno de los maestros hace su trabajo, pero en el fondo no saben lo que hacen.

Francisco Bascuñán Walker
Noviembre 2008

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