La magia del valle

Autor: Diego Bascuñán Díaz | Fecha: 2009-09-30 | ID: 521 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Cuentos

Una larga caminata por el grandioso valle, eso era lo que necesitaba. Salí sin apuros hacia las montañas lejanas del Elqui, éstas lucían un blanco incandescente debido a la gran cantidad de nieve caída en el invierno. Ya afuera me deje llevar por la magia. El ambiente era realmente algo agradable, los colores, sus ruidos, sus aromas. Para que hablar de los movimientos del paraje.Todo tenía armonía. Los pájaros,las mariposas, e incluso las abejas las podía sentir. Era algo realmente maravilloso. Me sentía tranquilo, y sabia que nadie ni nada me iba a molestar.

Quebrada en el valle de Elqui

Una quebrada en el valle de Elqui

Caminé contemplando todo el panorama que se me presentaba. Poco a poco comencé a escuchar un ruido hermoso sin color, transparente. Era uno de esos ruidos donde uno podía pasar horas sentado mientras éste te platicaba. Cerré los ojos por un momento y lo escuché con atención. Me tranquilizaba. Luego de un rato los volví a abrir y seguí mi camino hasta encontrar un lugar fértil, ubérrimo. Éste tenía gran cantidad de árboles y un río maravilloso, más allá se encontraban las montañas. Ahí fue donde se me ocurrió nombrarlos con colores. Verde, el color del piso; lleno de árboles y de plantas en abundancia. Seguido por el café, color de las montañas cercanas, con tierra y gran cantidad de rocas. Y para terminar el azul, color del cielo. Nombraría al amarillo, color del Sol; para tener a los cuatro elementos juntos. Y entonces, formar los pilares de la vida: Agua, Tierra, Fuego, y Aire.

Recuerdos de mi infancia vinieron a mi cabeza. Al llenarme de emoción, recordé haber jurado volver a visitar este manantial, como si ya lo hubiera visitado antes. Me sentía a gusto.

Me acerqué al río, y éste nuevamente comenzó a decirme cosas. Vi su interior, estaba lleno de vida. Los peces nadaban y las algas se movían de un lado a otro como si me estuvieran saludando. Mostré mi mano, y las saludé, fue cuando estallé en lágrimas, mis gotas caían sobre la orilla del río. Algo pasaba en mi interior, me sentía un hombre nuevo, no como el de antes. Tenía felicidad y ya no tenia ganas de llorar. El valle me hizo despertar. Y se me ocurrió gritar la palabra RENACER.

Un fuerte viento comenzó a soplar en mi cara. Los árboles a moverse de un lado a otro y el Sol a brillar y a calentar más que nunca. Los peces en el río saltaban seriamente y me lanzaban agua de sus bocas. Me sentía ameno y tranquilo, no tenía miedo. Luego, para el final, la tierra empezó a temblar. Me tiré al suelo y me senté. Cerré los ojos y mostré mis manos. Al hacer esto todo se tranquilizó. En un principio no me atreví a abrir mis ojos con temor a que algo malo pasara; pero dejando todo a un lado, lo hice. Y fue ahí cuando me encontré un cristal frente a mis ojos de color púrpura. Cuando lo tomé, sentí que estaba muy frío y un pensamiento me vino a la cabeza. Sonreí, tome el cristal con las dos manos y luego las besé.

"El valle es mágico, y hay que saber como tratarlo".

Diego Bascuñán Díaz
Enero de 2009

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