El médico, el abogado y el ingeniero: Una dosis de optimismo
Autor: No especificado | Fecha: 2009-09-30 | ID: 520 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Cuentos
Un ingeniero que desea quedar en el anonimato, nos escribió lo siguiente:
A fines de la década de los años 50 y comienzo de la de los 60, siendo estudiante en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, teníamos, cada curso un tablero de avisos en el que se publicaban, además de las calificaciones, avisos de compra-venta de libros de estudio, ofertas y demandas de los estudiantes, etc. Creo que fue en 1959 ó 1960 que me acerqué al tablero y vi un manuscrito, muy bueno que relataba una historia, escrita en verso, sobre un abogado, un médico y un ingeniero. Fue tanto lo que me gustó, que fui a buscar papel y lápiz para copiarla. Pero, muy lamentablemente, cuando volví, ya alguien había sacado dicho escrito del tablero. Me dio mucho pesar y nunca he dejado de pensar en él. Busqué en muchos libros de poesía, por si lo encontraba, busqué en bibliotecas, incluso indagué lo que más pude en cada uno de los países latinoamericanos en los que estuve, pero no lo logré. Tanto así que, hace algunos meses, decidí reconstituirlo en base a mis borrosos recuerdos de entonces. Bueno, lo he terminado de reconstituir, con algunos agregados, modificaciones y quizás, también supresiones. Con esto solo deseo aclarar que no es algo original, sino de algún autor, seguramente un ingeniero, que no he podido identificar ni encontrar, que es el que se merece mi respeto y todos los elogios.
El médico, el abogado y el ingeniero: Una dosis de optimismo
Ingeniero errante (Se busca)
Alrededor de 1959
Cuentan que llegaron a la puerta del Cielo, un médico, un abogado y un ingeniero. Fueron sometidos al examen de rigor para determinar si cumplían con los requisitos necesarios para tener derecho a su ingreso.
- ¿Qué puedes decir tú a tu favor para que merezcas el ingreso al Jardín del Edén? - se le preguntó al médico. Este respondió:
- He dedicado toda mi vida profesional en hacer que la estadía del ser humano en la Tierra sea lo mejor posible. He curado sus enfermedades. He dedicado tiempo a la investigación para encontrar remedio para aquellas que lo han azotado. En muchos casos he sacrificado mi vida privada infundiendo ánimo, cuidando y estando a su lado cuando ha sido necesario. Para mí, muchas veces, no había días de fines de semana ni festivos ni noches con descanso, ya que permanecía haciendo turnos en los hospitales, pues la enfermedad no conoce el descanso y ataca cuando menos se la espera. He ayudado a que su nacimiento sea lo más seguro posible, cuidando de él y de su madre es ese momento. ¿No creéis que es suficiente?
- Sí, tienes razón, que seas bienvenido al reino eterno de los Cielos.
- ¿Qué puedes decir tú a tu favor para que merezcas el ingreso al Jardín del Edén? - se le preguntó al abogado. Este respondió:
- La mayor parte de mi vida la he dedicado a la defensa de las leyes, tratando de minimizar el robo y el crimen. He juzgado al hombre de acuerdo con las leyes y la moral. He defendido al inocente y he atacado al culpable. He conseguido acuerdo entre partes en conflicto. Siempre actué en pro de la justicia y en beneficio del hombre. ¿No basta con eso?
- Sí, tienes razón, que seas bienvenido al reino eterno de los Cielos. ¿Qué puedes decir tú a tu favor para que merezcas el ingreso al Jardín del Edén? - se le preguntó al ingeniero. Este respondió:
- He dedicado toda mi vida a transformar directa o indirectamente los recursos de la Naturaleza en beneficio del hombre para proporcionarle todo el bienestar que se merece: caminos, viviendas, muebles, artefactos, industrias, máquinas, vehículos para movilizarse por aire, mar y tierra, telecomunicaciones, comodidad ambiental, etc. He investigado para mejorar cada vez más su bienestar y, al mismo tiempo, proporcionarle la seguridad necesaria para una vida más cómoda y saludable. ¿Es necesario algo más?
- Aquí no existe la Naturaleza como era concebida por Uds. en el plano material terrenal. El hombre, cuando llega a este lugar, ingresa a otro tipo de plano y a una forma de vida total y absoluta y totalmente distintos. Tiene todo el bienestar a su disposición, por lo tanto ni tu talento ni tus obras nos son necesarios aquí. Lo siento, no tienes cabida en el reino de los Cielos.
Contentos, el médico y el abogado, transpusieron la puerta que daba acceso al reino de los Cielos. Cabizbajo y triste fuese el ingeniero camino al reino de los Infiernos. Pasó el tiempo, el ciclo eterno continuaba invariable. Seguían llegando postulantes al Cielo y todos, sin excepción, pasaban por la prueba de rigor. Algunos con éxito, otros no. Ocurrió, entonces, algo inconcebible. La cantidad de postulantes a ingresar al reino de los Cielos comenzó a disminuir. Poco a poco, en un comienzo, hasta que llegó a cifras totalmente fuera de lo común. Todo esto ponía en serio peligro el equilibrio Cósmico, según los jerarcas del reino. Se decidió, entonces, enviar un emisario a investigar las causas, tanto en el plano terrestre como en el celestial. El emisario era uno de los ángeles más antiguos, que contaba con la máxima confianza de quienes lo enviaban y con una amplia experiencia en asuntos de relaciones entre ambos planos.
Pasó un tiempo prudencial y no se recibía noticia alguna de este emisario. Se espero otro lapso de tiempo y del ángel no hubo señal alguna. Como el asunto estaba pasando a ser de importancia vital, se decidió, entonces, enviar otro emisario, también uno tan antiguo como el anterior. A éste se le dieron instrucciones concretas de como operar y se le exigió que informara periódicamente. Para ello se acondicionó un canal cósmico especial, accesible desde cualquier lugar del universo, dentro de cualquier plano.
Pasó el tiempo. A medida que este emisario visitaba los diversos puntos del universo, en los diferentes planos de existencia, enviaba informes formales que no arrojaban luz alguna para solucionar la incógnita planteada. Posteriormente, y en forma repentina, cesaron de llegar informes. Cundió la inquietud, la incertidumbre y la duda, por primera vez, desde el nacimiento y creación consciente del reino de los Cielos. Los jerarcas Cósmicos estaban consternados y comenzaron a dudar de sí mismos. Llegaron a creer que el Mal se había impuesto, casi totalmente, pese a sus eternos esfuerzos por conservar el equilibrio Cósmico Universal en todos los planos de existencia. En uno de esos momentos de peor incertidumbre, llegó un informe escrito y muy detallado de este emisario, que decía así:
"Al pasar por el reino de los Infiernos, me llamó la atención la ausencia de ruido de quejidos, gritos y lamentos, tan comunes y característicos de esa zona. Ingresé y no podía creer lo que veían mis ojos, un panorama total y absolutamente distinto al que creíamos que allí existía.
Hace muchísimo tiempo llegó a este reino un personaje a quien todos llaman "el ingeniero". Este, con un conocimiento extraordinario de las leyes físico-cósmicas, planificó y construyó recintos e instalaciones en las que se pudieron canalizar y acomodar todas aquellas fuentes de energía provenientes del fuego y de los vapores existentes. Así se pudieron dominar y almacenar estas fuentes de energía, utilizándose en una forma totalmente distinta a como eran usadas antes.
De esta energía obtuvo otra energía de más fácil utilización, que la denominan electricidad. Con ayuda de ella construyó, poco a poco, aparatos llamados acondicionadores, con los que se pudo regular la temperatura y humedad en este reino, mejorando las condiciones ambientales y haciéndolas más benignas y agradables a la población. Liberada ésta del tormento producido por el exceso de calor y humedad, pudo aprender del "ingeniero" una serie de conocimientos, cuya aplicación posterior les ha permitido transformar totalmente este reino y llevar una existencia mucho más cómoda.
Los pozos de vapor y de fuego ya no existen, esas superficies se han convertido en vergeles de paseo. Las oscuras cavernas se han llenado de luz y convertido en moradas privadas, centros culturales, colectivos y de recreo con todas las instalaciones necesarias y adecuadas a este reino.
Hasta los jerarcas del reino han cambiado y su carácter se ha modificado. Se han vuelto tolerantes, sonrientes y justos. Impera, casi totalmente, la bondad y el entendimiento. La población se ha encontrado a sí misma formando parte de un reino totalmente distinto, en que la opinión es respetada y tomada en cuenta. Es una verdadera utopía.
El "ingeniero" ha aplicado prácticamente su ciencia y ha logrado así transformar todo un concepto, cuyo origen se pierde en los albores de la creación. Este reino se está expandiendo cada vez más, pues la cantidad de postulantes a ingresar aumenta permanentemente. Todos son bien recibidos aquí. Incluso aquellos que no merecen esta existencia, se hacen acreedores a ella, pues se dispone de todas las instalaciones para reeducarlos y adaptarlos para que, finalmente, sean integrados totalmente a la población. Gracias a la ciencia del "ingeniero", el reino de los Infiernos se ha transformado en un nuevo Edén, pero sin las dogmatizaciones de éste. Gracias a la ciencia del "ingeniero", se ha creado un nuevo reino, del que se ha erradicado el mal, el sufrimiento y el temor. Se ha hecho una revolución gracias al saber, al conocimiento.
Alguien dijo una vez: "El saber es poder y permite al soberano inteligente y al general benevolente atacar sin riesgo, conquistar sin derramamiento de sangre y llevar a cabo hazañas que superen a todas las demás.
Yo, al ver al "ingeniero" y ser testigo de la forma en que aplica su saber y ciencia, con amor, con paciencia y sin distinción de ninguna clase para nadie, he decidido quedarme a su lado y ser uno más para ayudarle en su enaltecedora labor, que me parece mucho más digna que muchas de las que solemos conocer"