Infinito y realidad
Autor: Diego Bascuñán Díaz | Fecha: 2009-10-31 | ID: 511 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Cuentos
(Lee con calma. Si te da lata, no lo hagas.)
"Llegué a mi casa. De costumbre a la misma hora que todos los martes de siempre". Llegué cansado, y sin ganas de hacer nada… Dejé mi mochila a un lado, puse música y me arrojé en mi cama… Ahí me quedé un largo rato mirando el techo, pensado en cosas que ocurrieron, o que pudieron haber ocurrido durante el transcurso del día. Cerré mis ojos, y traté de ponerme en sintonía con la música. Sentía como ese ruido de tambor aumentaba de una forma arrasadora, y como desde lo más profundo del ritmo… se lograba escuchar unas agrupaciones de notas "espaciales y llenas de estrellas" que le daba un toque especial y sin fondo a la canción… Pero al aparecer la melodía, me dejé llevar inmediatamente por ella, entrando en una especie de TRANCE…
Recuerdos increíbles llegaron a mi conciencia… "algo mágico". No podía con ellos, eran muchos. Y por tal razón abrí mis ojos… Para mi sorpresa me encontraba volando sobre una hermosa cuidad llena de movimiento. Noté que estaba de noche, y que las luces de la ciudad daban una sensación de estar volando por el universo… "muchas estrellas de colores, colores santos". El vuelo no lo controlaba… me daba lo mismo, solo me dejaba llevar por él e ir cada vez más lejos. Era FANTÁSTICO, no lo podía creer…
Amanecía, y noté que me llevaban a mi casa antigua. Al aterrizar, entré inmediatamente. La casa estaba vacía, lo único que podía sentir eran los ecos de mis pensamientos al recordar las maravillas y aventuras que viví ahí… Recorrí la casa hasta llegar a la pieza de mis hermanos. Ahí estaba mi computador sobre un banco blanco, mirando hacia la ventana. "Más recuerdos".
Sentí la presencia de alguien atrás mío. Al darme vuelta, me llevé la sorpresa de que era yo. "Lo conocía y lo comprendía, pero sentía que no era el mismo". Él me miró a los ojos, y me sonrió. Me abrazó y desapareció sin razón… Acto seguido Salí volando por la ventana sin romper el vidrio hasta llegar a un lugar muy común. Caminé con mano en la cabeza con pinta de perdido hasta llegar al cine, "no entendía nada". Pero ahí, me encontré con alguien que me dio mucho gusto verlo, un viejo amigo… Alto, flaco, ojos azules, y vestía un polerón blanco. Sonreí, y él hizo lo mismo. Mientras lo miraba me di cuenta que detrás de él salieron dos muchachas, pues reí. Una vestía de un color que no recuerdo y usaba un cintillo. Era baja en estatura, su pelo era negro y liso como plancha, y con unos bonitos ojos… La otra vestía de blanco, tenía una estatura bastante promedio, lucía unos ojos bien penetrantes, y su pelo era como ver el atardecer: "colores bastante fuertes". Las dos eran muy bonitas…
Nuevamente salí volando hacia los cielos azules y eternos. Miré hacia abajo, y me di cuenta que los tres me seguían. Me alegré y miré al frente. Sentía como el viento rozaba mi cara de una manera cariñosa. Pero todo cambió cuando comenzamos a volar sobre el mar. La velocidad aumento de una manera impresionante, tanto que no lograba abrir mis ojos. El sonido de tambores y las notas "espaciales" comenzaban a sonar nuevamente, pero más acelerado. Ahí fue cuando comencé a caer en picada con mis compañeros hacia el mar, a toda velocidad; "a mil". Al tocar el agua desperté inmediatamente sobre mi cama con un pequeño brinco. Miré muy sorprendido a mi alrededor, mientras el sonido de los tambores y la gran melodía del saxofón comenzaba a disminuir terminando en un glorioso "infinitiy"…
Diego Bascuñán Díaz
Martes 28 de julio de 2009