Un día especial: ¿Buena o mala suerte?
Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2009-11-30 | ID: 509 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Testimonios
Con mi señora hicimos un viaje a la Capital para un chequeo médico completo.
La vida es fantástica a pesar de las posibles contrariedades cotidianas que a veces se presentan. Achacarse al ver la mitad del vaso vacío o apreciar la mitad lleno son sólo vicisitudes de la vida.
Primero entró mi mujer para revisión de sus ojos. Diagnóstico explicitado con típicas palabras estrambóticas de corte médico, pero lo cierto es que se requería en forma urgente hacerse sendos orificios en cada uno de sus ojos, específicamente en el iris, para ayudar a la circulación del líquido interno (humor acuoso) que empezaba a hacer presión indebida con alta posibilidad que se le reventara el ojo. Prevenir un glaucoma. Pero… ¡no hay de qué preocuparse!... contamos con rayos láser de última tecnología, cirugía ambulatoria… ¡Pero diablos, un agujero en cada ojo no es menor!
Tener que realizar una operación tan tremenda y al mismo tiempo contar con tecnología de punta, constituye una clara contraposición entre la mala y la buena suerte.
Me tocaba el turno. Mi problema era las articulaciones, cosa de viejos, pero bastante compleja a juzgar por la cantidad de exámenes que tuve que sacarme tanto de orina como de sangre. Por mientras, para aliviar el dolor me colocaron dos inyecciones de cortisona en cada uno de los dedos gordos de las manos. Dolorosísimo, en un evidente contrasentido. Para colmo, al ir al baño en la mañana de este día especial, me topé con la sorpresa de haber evacuado una abundante cantidad de sangre roja. En conocimiento de esta circunstancia, la médico de las articulaciones no sólo no me pudo recetar desinflamatorio para disminuir el dolor inicial, sino que me mandó a hacer un examen llamado 'colonoscopía', que consiste nada menos que introducirte una cámara de video por el ano para que transite a través de todo el intestino grueso… Pero no hay de qué preocuparse, tenemos la última tecnología y es ambulatorio. ¡Diablos, sin comentarios! (Ojalá que no sea de ese láser que hace orificios).
Evacuar sangre y al mismo tiempo contar con una tecnología tan avanzada como para poder ver, en vivo y en directo, el intestino por dentro, además de realizar intervenciones quirúrgicas al instante; es sin dudas, otro contraste entre la mala y la buena suerte.
Pero la cosa no termina aquí. Al salir de la cuestión médica, nos fuimos a tomar un café a un lugar agradable para comentar los sucesos del día. En un abrir y cerrar de ojos, le robaron la cartera a mi mujer con todo el dinero, documentación, tarjetas de crédito, talonarios de cheques, etc. Esto fue como un broche de oro. Sin embargo, no hay de qué preocuparse, Dios nos hizo ver que nos encontrábamos en una situación expectante: dependía sólo de nosotros el poder perdonar al detestable ladrón, ofreciendo nuestro desagrado a la paz del mundo como oración de amor. ¿No es éste otro contraste entre la mala y la buena suerte?
El dicho popular "no hay mal que por bien no venga" se hizo enteramente real.
Para escribir este artículo, días antes de recibir los resultados de los exámenes, elegí un café frente a una bella plaza llena de árboles. Al sentarme frente a la ventana del local, empezaba a disfrutar del paisaje, cuando llegó un empleado a limpiar el vidrio chorreándolo con una espuma y posterior refriega con lengüeta de goma. A los pocos segundos de ver todo borroso, se manifestó la belleza de la plaza en todo su esplendor.
Francisco Bascuñán Letelier
Noviembre 2009