Encuentro de camaradería
Autor: Iván Darrigrande E. | Fecha: 2011-11-30 | ID: 335 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Relatos y comentarios
Estimados compañeros:
Quiero contarles algo que sentí en el pasado fin de semana largo, que tiene que ver con Uds.
Iba con mi esposa por un camino lleno de dedales de oro, aromos, árboles hermosos, rumbo al mar, observando una belleza que nos abre los ojos a la "intencionalidad de la Creación", enriquecedora de nuestras vidas. Escuchábamos música emocionante. Uno de los cantantes nos contó de La Bohême, en que relató el regreso a Paris luego de años, donde quería revivir el período de pasión juvenil, pero encontró que ya no existían los lugares de su tiempo pasado, ni estaban los habitantes, ni los recintos en que se habían alojado, todo transformado y perdido. Nos contó de su pena y de su pérdida irrecuperable. Luego otro cantante nos contó del sentimiento de su emigración a tierra extraña, a la que debe partir, despidiéndose de los lugares que han llenado de belleza su tiempo de joven; nos expresó su pérdida sustancial, pero necesaria para continuar su vida. Este nos dijo que volvería a ver su tierra, cuando su "alma escape como paloma al cielo". Los cantantes nos dijeron que sus historias eran también experiencias nuestras. Efectivamente, recordamos varios trozos de nuestras vidas semejantes a los contados por ellos. Uno de los míos fue el que viví con nuestro grupo de compañeros. Y es lo que quiero contarles.
Nos encontramos varios de nosotros en el Club de la Unión el 19 de Octubre, para celebrar nuestra larga amistad, ahora que hemos llegado a los 70 años. Hicimos algunos recuerdos de los días que vivimos en nuestro período de estudiantes, tiempo en que nos preparábamos para salir a la vida que queríamos conquistar.
Recordé la presión permanente de estudios técnicos, que nos mantenían a todos en tensión. Pero también recordé la alegría que teníamos de compartir ese tiempo entre todos. Nos apreciábamos con clara amistad. Además, hacíamos deportes, prácticas en grupos, encuentros sociales, discusiones, programas de tareas, etc. En algunos veranos tuvimos que hacer prácticas de trabajo, que nos sacaron de la costumbre de vacaciones.
Participamos en prácticas en Puerto Montt y en Arica, con Luis Soler, Marcelo Fernández, Juan Pascual, Raúl Grez. Esos veranos lo pasamos bien y vivimos eventos inolvidables. En un verano anterior tuvimos que ir todos a un fundo de la U. de Chile, a hacer topografía y luego a desarrollar planos enormes. El grupo nuestro tuvo que volver al fundo después, porque nuestras mediciones fueron perdidas y tuvimos que hacer todo de nuevo.
Lo que les recuerdo es que esos años, aunque intensos, eran lo que nos abría la puerta a nuestra vida futura.
El último año fuimos a Estados Unidos y vivimos una experiencia inolvidable, algo que en nuestro corazón está como uno de los grandes momentos vividos en esos años nuestros. Volvimos a Chile alegres, viendo que nos quedaban sólo 3 meses más de estudios, para iniciar el nuevo gran período. Todos estábamos en ese momento con la emoción del término y la partida a la nueva vida.
Quiero contarles que las emociones que tenía por esa partida, y otras que tenía en ese tiempo, me permitieron poco evaluar la riqueza de la bella de amistad que habíamos estado viviendo, y que dejaríamos atrás. Sin embargo, en un instante breve me percaté que estábamos perdiendo ese campo de vida que habíamos compartido. De hecho, luego que todos nos fuimos, esa tierra nuestra se disolvió. He vuelto muchas veces a nuestra Escuela de Ingeniería, pero nuestra común tierra de vida desapareció. Ahora existen otras. La felicidad que vivimos sólo quedó con energía vital en nuestros corazones.
Un impacto traumatizante fue que al poco tiempo de esa partida se suicidó nuestro compañero Enrique Dublé, que era alto y de buena figura, además de buen alumno. Me pareció que su dolor fue tener que salir de ese campo seguro para él y entrar a un mundo que no tenía en el corazón. (¡Que Dios lo tenga a su lado!). Compartí la pena de pérdida que me pareció que él había sufrido. Pero la intensidad profesional y personal que nos dominaba me llevó a superar esa sensación.
En los años siguientes tuvimos la gran colaboración de nuestros colegas Issa Kort y Raúl Grez, que han actuado como representantes nuestros, tal como los elegíamos en la universidad, además de Máximo Honorato y otros. Esa generosidad de ellos nos ha ayudado a mantener vivo el afecto y el encanto de unirnos frecuentemente. En esta carta quiero expresar mi profundo agradecimiento a nuestros representantes.
La emigración que nos contó uno de los cantantes que les mencioné fue también un caso de todos nosotros, ya que dejamos atrás ese tiempo de vida intensa. También ha habido otras emigraciones en el resto de nuestras vidas. El encontrarnos periódicamente a lo largo de los años vividos nos muestra que ese tiempo juvenil nos dejó riqueza de amistad, aún vigente.
Cuando llegamos ya a los 70, la belleza vivida nos ha hecho a mi esposa y a mí entender claramente el mensaje de los cantantes, que nos indica la futura emigración que tendremos. Tenemos emoción respecto de esa emigración, que nos introducirá en fuentes de Vida y Amor, tanto más apasionantes que lo que hemos podido sentir vivos, a causa de las limitaciones del alma dentro del cuerpo. La esencia de Belleza, que nos llama frecuentemente, nos hace ver lo que puede venir.
Todos nosotros hemos vivido la mayor parte de nuestras vidas, pero tengo certeza que en lo que venga adelante seguiremos vinculados. Porque la amistad es de esencia eterna.
Un abrazo a todos y alegría de seguir viéndolos.
Iván Darrigrande Echavarría
Santiago, 3 de noviembre de 2011