Unión de personas

Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2013-01-31 | ID: 218 | Categoría: Alma | Tema: Arte | Tipo: Pensamientos

En relación a la unión de las personas, el libro La orden de los espíritus azules, en uno de sus pasajes nos propone pensar en una unión hipostática (unión de personas) entre nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu. Transcribimos algunos acápites del libro.

El cuerpo en el plano espacio-tiempo

Primeramente, fue tu “cuerpo”, tu “yo” carnal, de sangre y hueso, del cual estamos plenamente consciente; se encuentra dimensionado de acuerdo a dos coordenadas: la del espacio y la del tiempo.  Tu cuerpo material, junto con todo el universo, se encuentra aprisionado, inmanente, en el plano espacio-tiempo.  Te encontrabas en lo que creías o pretendías conocer, desde lo ínfimo hasta lo que te alcanzaba la vista.

Nanotubo de fibra de carbono  La tierra y su luna  La Vía Láctea

Nanotubo de fibra de carbón   La Tierra con su luna      La Vía Láctea    

La coordenada de la conciencia y la ley del amor

Al poco andar, el hombre descubre otra coordenada de vida que nada tiene que ver ni con la dimensión del espacio ni con la del tiempo.  Toma conciencia.  A través de ella, el hombre conoce íntimamente, como si lo tuviera grabado con fuego en su corazón, lo que debe o no debe hacer y se siente ‘libre’ para actuar; pero al mismo tiempo de encontrarse con la capacidad de discernir, siente la necesidad de contar con una voluntad que le permita actuar de acuerdo a lo que considera su ‘deber’, lo que no siempre coincide con sus ‘ganas’.

TrascendenciaAsí, el hombre, con discernimiento y en libertad, se encuentra atrapado en una disyuntiva de por vida y en forma permanente: la de actuar o dejar de hacer, a favor o en contra de lo que ‘debe’. El hombre había comido la manzana, había comido la fruta del conocimiento; y de este modo, había toma contacto con una nueva dimensión que se manifiesta en la “coordenada de la conciencia” o como también la llamaremos más adelante “coordenada del amor” o “coordenada del conocimiento”.

La coordenada de la conciencia, al ser independiente del espacio y del tiempo, también lo es del cuerpo y del universo completo; y por lo tanto los trasciende.  Más adelante veremos, que la coordenada de la conciencia no sólo trasciende a las coordenadas del espacio y del tiempo, sino que también es anterior o primogénita a ellas. Además, como en toda coordenada, se avanza o se retrocede de acuerdo a su propia ley.

Al tratar la ley de la conciencia, entramos en un terreno fuera de la física ya que como dijimos, la trasciende, entramos en los terrenos de la metafísica (más allá de la física).    Es la ley del amor.  El amor, siendo más que caridad, más aun que fe y esperanza, se constituye en un modo de vida capaz de dar y recibir en forma gratuita; de tal modo que la ley se traduce en actuar a favor de los demás (del prójimo) en forma amorosa; o a favor de la conveniencia personal, lo que constituiría una forma egocéntrica.  La ley del amor nos indica que el actuar amorosamente nos aumenta los grados de conciencia y los grados de libertad, y al revés, el egocentrismo nos empequeñece y nos esclaviza.

Quiérase o no, la ley del amor no tiene una explicación desde un punto de vista materialista o del positivismo; siendo esto, un fuerte argumento a favor de otorgar a la conciencia y al amor gratuito, una dimensión diferente a la del espacio y a la del tiempo.

La conciencia: el alma y el espíritu

Esta tercera dimensión, la dimensión de la ‘conciencia’, se encuentra con las dos dimensiones ya expuestas, la del ‘espacio’ y la del ‘tiempo’; dando origen a otros dos planos: el plano conciencia-espacio y el de la conciencia-tiempo.

En estos dos nuevos planos, se forman dos mundos diferentes, donde habitan al menos, otras dos personas: el alma y el espíritu. El “alma” en el plano Conciencia-Espacio y el “espíritu” en el plano Conciencia-Tiempo.  La persona “alma” permanece estable en el tiempo ya que es atemporal, en donde no hay pasado ni futuro, tal vez es la más enigmática; y la persona “espíritu“ que como brisa, fluye por doquier pero no se ve, sólo se siente ya que no contiene la dimensión del espacio.

Pues bien, cuerpo, alma y espíritu son tres personas, que en unión hipostática, conforman una sola: el ‘hombre integral’ u ‘hombre kósmico’ como lo denominaron los griegos; concepto que comprende más que al ‘hombre cósmico’ ubicado, este último, sólo en el universo material.

Como decimos, después de estas tres personas, cuerpo, alma y espíritu, habita tu catedral una cuarta persona que corresponde al hombre integral, tridimensional por decirlo de algún modo, y en ella interactúan las primeras tres personas. Esta cuarta persona eres tú, realmente tú. Búscala y una vez que la encuentres, sube a tu alado caballo blanco y vuela hacia lo que tú puedes llegar a ser, una divinidad, lo que se ha dado por llamar la ‘gloria de Dios’, razón última de tu existencia y a lo mejor hasta de la ‘creación’; ésta última, tu persona divina, correspondería a una quinta persona.

"Pero a todos los que la recibieron (la palabra)
dióles poder de llegar a ser hijos de Dios."

Por ello la invitación de los Espíritus Azules también es a renacer en conciencia, para que nos permita, no tan solo renacer en espíritu como dijimos anteriormente, sino que también en alma.

¡Cinco en tu corazón es ya multitud!

 

Francisco Bascuñán L.
Extracto del libro La orden de los espíritus azules [1.ª Edición 2011]

[1] Evangelio de Cristo [Jn 1,12]

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