La mente

Autor: Francisco Bascuñán Letelier | Fecha: 2009-05-31 | ID: 287 | Categoría: Alma | Tema: Metafísica | Tipo: Pensamientos

Siento que la "mente" nos abarca y nos domina.

Para ello, esta loca e indómita mascota, a veces dócil a veces chúcara como yegua en invierno, usa diferentes atajos para actuar sobre mi cuerpo, sobre mi espíritu y sobre mi alma.

De una u otra manera, la mente hace que "sea" lo que "soy".

Mis tres personas: cuerpo, espíritu y alma; se hacen una en mi "mente". Siento que ella constituye el recipiente de mi vida, en ella está la vida. Sin embargo, también siento que no me pertenece por entera; ella, mi mente, no se aloja en ninguna de mis tres personas en forma específica, sólo las habita o se refleja en ellas. De aquí que intuyo que la "mente" es algo mucho más estable que nuestro vulnerable cuerpo y que no pertenece sólo a este mundo.

Nuestras tres personas interactúan con nuestra mente, con nuestro ser íntimo, y es dable que así sea en forma correcta y abundante. De aquí la necesidad de poner en práctica las conocidas virtudes en aras de aumentar estas conexiones ampliando nuestras conciencias. Y así, pienso que en mis tres personas:

El trabajo nos conecta con la tierra y nos da el pan de subsistencia para desarrollar un cuerpo sano y para forjar voluntades inquebrantables.

El emprendimiento nos da las fuerzas esperanzadoras del mañana. Espíritu emprendedor dispuesto a dar la lucha contra la adversidad y "nos conduce a las esperanzas de las cosas del Cielo" (Cirilo de Alejandría 380-444).

La humildad, o íntima convicción de grandeza que no requiere de alabanzas, nos fortalece el alma y nos guía hacia el conocimiento, fundamento de nuestra existencia y posiblemente de nuestra trascendencia.

Sí, la mente nos abarca y nos domina…

El mecanismo para influir o manejar la mente y por ende manejarnos nosotros mismos, ya lo conocemos, es el camino de darse por entero, es el camino del amor, el camino de la luz.

Darse en el trabajo, darse en el emprendimiento y darse en la humildad; es darse en cuerpo, espíritu y alma.

En el equilibrio de estas formas del amor, en el aprovechamiento de las circunstancia de la vida para fortalecer nuestras tres personas, pienso que se encuentra la inteligencia humana y la paz en nuestro ser más profundo, en nuestra "mente".

Definitivamente mi mente no es sólo de este mundo y no por ello me deja de abarcar, de dominar y de marcar mi destino, mi sino.

Francisco Bascuñán Letelier
Mayo 2009

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